Desde mi experiencia como psicóloga, he tenido la oportunidad de compartir e interactuar con jóvenes con espectro autista, donde cada uno ellos desde su forma de ser, me muestra varias perspectivas, de pensar, sentir y actuar. Respetando mutuamente sus diferencias, creando una relación de igualdad, en las que nos fortalecemos de manera recíproca. Esta ha sido una experiencia profesional y personal muy enriquecedora, el compartir y aprender de ellos como personas con fortalezas, destrezas, que logran realizar lo que se proponen, con sueños, expectativas y metas.
En alguna oportunidad tuve la posibilidad de conocer un joven, al que su familia consideraba como un ser pasivo y muy inteligente, el cual socializaba con sus hermanos, primos y personas cercanas, permaneciendo la mayor parte de su tiempo en casa, ya que sus familiares pensaban que en ese espacio estaba protegido. Cuando iniciamos las salidas a centros comerciales, parques, tiendas, se evidencia claramente la falta de normas sociales, las cuales lo hacían ver imprudente y maleducado; ya que, en su casa, estas dificultades no eran tan claras y se descubrieron en espacios de participación, donde la situación era la aliada para enseñar la habilidad. Con el tiempo su familia ve cambios significativos en el joven y aprovechan la oportunidad de frecuentar sitios sociales, empoderándose con el fin de seguir buscando herramientas y estrategias que sigan ayudando a este proceso.
Debemos recordar, que las familias son esenciales en el aprendizaje de sus hijos, ya que deben creer en ellos, trasmitiéndoles seguridad, confianza y permitiéndoles tomar sus propias decisiones, brindándoles oportunidades de participación.
Con este joven y con muchos otros que he conocido y socializado, confirmo que la mejor manera de desarrollar las habilidades sociales es viviéndolas, interactuando con otros, donde el entorno, las exigencias y demandas de este, hace que se genere un sin fin de comportamientos y aprendizajes. He descubierto que, así como existen chicos los cuales en un espacio social pueden manifestar dificultades que antes no se percibían, hay otros a quienes se les facilita mostrar sus habilidades y me han dado gratas sorpresas. Todo lo anterior, me lleva a la reflexión y conclusión que se debe trascender más allá de las “sesiones terapéuticas”, transformándolas en espacio de participación en entornos naturales, donde se expongan a la vida, a los retos y las diversas situaciones que se presenten.
Karen Lorena León Zamora
Psicóloga
Liga Colombiana de Autismo